El viernes de partida fue un dia interminable para los tres, a las 11pm nos pasó a buscar el taxi para el aeropuerto y Kala ya no se despertó más. En el check-in se compadecieron de nosotros y nos cambiaron los asientos por la fila de 4 de adelante, que es más espaciosa y tiene una especie de mesita donde instalan una cuna. Pudimos embarcar a las 2:30 de la mañana y el avión despegó un rato después. Al principio Kalita durmió como una reina, pero tan movediza como siempre, que nosotros no pegamos un ojo por si se nos caía de la cuna! Pasadas unas 5 o 6 horas Kala se despertó y comenzó el show interminable de caminatas por el avión. Así transcurrieron las últimas 8 horas de viaje, con alguna siestita de por medio que no llegó a compensar ni un 10 % de nuestro agotamiento. Cuando desembarcamos ya todo el avión conocía a Kala, se despedían de ella, la saludaban, nos deseaban buen viaje. Kala repetía : chau-chau y tiraba besos con la mano.
Luego de declarar la yerba que traíamos, las galletitas para celiacos y hasta las botas de escalar, ya que el control de biosecurity neozelandes es muy estricto, con multas altísimas, no nos chequearon nada y salimos a la calle a tomamos el airbus hasta la ciudad. Auckland nos recibió con 30° de calor. A las 9am estábamos en el hotel, pero el check-in no era hasta las 2pm asi que dejamos las mochilas grandes y salimos a pasear. Recorrimos el Albert Park, fuimos hasta la Bahía desde donde se toman los ferries a las islas y paseamos por la famosa Queen Street de punta a punta. Notamos que mucha gente se sentaba en la vereda de Queen St con reposeras, paraguitas para bebés, lonas, sombreros, comida, bebidas. Nos pareció rarísimo que la atracción de Auckland un domingo al mediodía fuera sentarse en la avenida principal a ver la gente pasar, pero después descubrimos que estaban reservándose lugares para el "paraide" (desfile) de las dos de la tarde.
Nos sorprendió la cantidad de orientales que viven en Auckland, por momentos parece que estuvieramos en Japón y que los nórdicos fueran los turistas. También se ve gente de India, lo que nos trajo buenos recuerdos.
Luego de instalarnos en el hotel, que está a solo dos cuadras de la Avenida principal, pero escalando una colina! (todo Auckland is kind of hilly-enlomado), intentamos dormir un rato pero Kala estaba con todas las pilas y solo pudimos descansar media hora. Enfrentando el jet-lag, tratando de adaptar nuestros cuerpos al nuevo horario, nos fuimos a conocer the Sky Tower, una torre de 328 m que ofrece vistas panorámicas de toda la ciudad desde su observatorio de 360°. Auckland tiene 49 conos volcánicos que se pueden apreciar perfectamente desde este punto, permitiéndote una vista de 82 km a la redonda. Otra de las opciones es saltar desde la plataforma de 192m de altura (a control plunge) pero preferimos mejor tomarnos un delicioso chai-latte observando la fabulosa vista.
El descanso de la noche fue pésimo. Kala seguía con el horario cambiado (hay 16h de diferencia horaria): se despertó a mitad de la noche para saltar por toda la cama, pegar gritos de entusiasmo, bajarse de la cama y tocar todo lo de la habitación. Nosotros hacía 2 noches que no dormíamos; no la podíamos creer!
El plan del segundo día fue pasear por Parnell Village, un callecita divina con negocios y cafecitos soñados, todo lleno de flores y lugares de comida orgánica que queda fuera del centro, rodeando el parque Auckland Domain. Nos compramos comida e hicimos un picnic en el parque, donde soltamos a la niña para que correteara sin parar (primer día de excursión y ya perdimos el gorrito de jean que tanto me costó encontrar!). Fue otro día de intenso calor. Al caer la tarde nos fuimos hasta el puerto para tomarnos un ferry a Devonport Village. Este es un pueblito de casas inglesas a orillas del mar, frente a la ciudad de Auckland, super tranquilo, con galerías de arte, pubs, negocios de antigüedades y algunas playitas solitarias con vista a un par de volcanes. Nos encantó.
Hoy dejamos el hotel y comenzamos la aventura "casilla rodante". No pudimos haber elegido mejor opción porque esto de armar y desarmar bolsos cada 2 días, entre mamaderas, pañales, ropita, zapatos, leche, equipo de mate, mapas, compu, cochecito, cámara, juguetes, etc, a la semana terminaba en un estresaso! En un rato ya estaremos sobre ruedas
Luego de declarar la yerba que traíamos, las galletitas para celiacos y hasta las botas de escalar, ya que el control de biosecurity neozelandes es muy estricto, con multas altísimas, no nos chequearon nada y salimos a la calle a tomamos el airbus hasta la ciudad. Auckland nos recibió con 30° de calor. A las 9am estábamos en el hotel, pero el check-in no era hasta las 2pm asi que dejamos las mochilas grandes y salimos a pasear. Recorrimos el Albert Park, fuimos hasta la Bahía desde donde se toman los ferries a las islas y paseamos por la famosa Queen Street de punta a punta. Notamos que mucha gente se sentaba en la vereda de Queen St con reposeras, paraguitas para bebés, lonas, sombreros, comida, bebidas. Nos pareció rarísimo que la atracción de Auckland un domingo al mediodía fuera sentarse en la avenida principal a ver la gente pasar, pero después descubrimos que estaban reservándose lugares para el "paraide" (desfile) de las dos de la tarde.
Nos sorprendió la cantidad de orientales que viven en Auckland, por momentos parece que estuvieramos en Japón y que los nórdicos fueran los turistas. También se ve gente de India, lo que nos trajo buenos recuerdos.
Luego de instalarnos en el hotel, que está a solo dos cuadras de la Avenida principal, pero escalando una colina! (todo Auckland is kind of hilly-enlomado), intentamos dormir un rato pero Kala estaba con todas las pilas y solo pudimos descansar media hora. Enfrentando el jet-lag, tratando de adaptar nuestros cuerpos al nuevo horario, nos fuimos a conocer the Sky Tower, una torre de 328 m que ofrece vistas panorámicas de toda la ciudad desde su observatorio de 360°. Auckland tiene 49 conos volcánicos que se pueden apreciar perfectamente desde este punto, permitiéndote una vista de 82 km a la redonda. Otra de las opciones es saltar desde la plataforma de 192m de altura (a control plunge) pero preferimos mejor tomarnos un delicioso chai-latte observando la fabulosa vista.
El descanso de la noche fue pésimo. Kala seguía con el horario cambiado (hay 16h de diferencia horaria): se despertó a mitad de la noche para saltar por toda la cama, pegar gritos de entusiasmo, bajarse de la cama y tocar todo lo de la habitación. Nosotros hacía 2 noches que no dormíamos; no la podíamos creer!
El plan del segundo día fue pasear por Parnell Village, un callecita divina con negocios y cafecitos soñados, todo lleno de flores y lugares de comida orgánica que queda fuera del centro, rodeando el parque Auckland Domain. Nos compramos comida e hicimos un picnic en el parque, donde soltamos a la niña para que correteara sin parar (primer día de excursión y ya perdimos el gorrito de jean que tanto me costó encontrar!). Fue otro día de intenso calor. Al caer la tarde nos fuimos hasta el puerto para tomarnos un ferry a Devonport Village. Este es un pueblito de casas inglesas a orillas del mar, frente a la ciudad de Auckland, super tranquilo, con galerías de arte, pubs, negocios de antigüedades y algunas playitas solitarias con vista a un par de volcanes. Nos encantó.
Hoy dejamos el hotel y comenzamos la aventura "casilla rodante". No pudimos haber elegido mejor opción porque esto de armar y desarmar bolsos cada 2 días, entre mamaderas, pañales, ropita, zapatos, leche, equipo de mate, mapas, compu, cochecito, cámara, juguetes, etc, a la semana terminaba en un estresaso! En un rato ya estaremos sobre ruedas