La capital más meridional del mundo es conocida por los neozelandeses como “Windy Wellington” ya que es habitual allí estar despeinado por el viento, un fenómeno meteorológico que en invierno alcanza el calificativo de vendaval. La ciudad está situada sobre una falla geológica activa, esto hace que el terreno se haya elevado bruscamente en forma de colinas y las vistas sean espléndidas. Además de la falla principal que atraviesa la ciudad existen cientos de ellas más pequeñas en los alrededores; definitivamente una zona de alta actividad sísmica. El gran terremoto de 1855 destruyó la mayoría de los edificios de Wellington, por eso desde entonces se ha optado por construir en madera para dotar de mayor flexibilidad a las construcciones.
Nuestros días en “Whanganui-a-Tara”, llamada así por los Maoríes, fueron familiares, de relax, paseos y festejos. Llegamos a la casa de Mariana el 23 de Diciembre, a tiempo para elaborar juntos la cena navideña que consistió en una entrada de jamón crudo y queso halloumi, de plato principal cordero a la parrilla, papas al horno bien crocantes y ensalada capresse, para culminar con una suntuosa mouse de chocolate de postre. ¡Delicioso! Las bebas se durmieron temprano así que los mayores nos abocamos a comer, beber, charlar y abrir regalitos.
Two Generations Navidad en Oceanía
Mothers and Daughters
En los días soleados visitamos algunas playitas de los alrededores: Raumati beach, Scorching Bay y Petone Foreshore.
Mothers and Daughters
En los días soleados visitamos algunas playitas de los alrededores: Raumati beach, Scorching Bay y Petone Foreshore.
Raumati Beach
Arena hasta en la lengua
La bella Scorching Bay
Peinada por el mar
Otro de los paseos bonitos de Wellington fue visitar su Jardín Botánico, una extensión de 25 hectáreas de bosque nativo sobre la ladera de una colina, en el centro de la ciudad. Desde la cima del Jardín Botánico se puede tomar un “cable car”, pintoresco tranvía antiguo, que te baja directo al distrito central de los negocios de Wellington.
Bellezas del Jardín Botánico
Cable car del Botánico hacia la ciudad
Jugando a ser bomberos
Jugando a ser bomberos
Coronamos nuestro viaje a Oceanía con una cena de Año Nuevo divertidísima, a la que se unieron a último momento dos inesperadas visitas. Por un lado, María Néctar (la hermana mayor de los Adjemian) que se vino raudamente desde Argentina en un arrebato de viaje que se apoderó de ella 2 días antes del 2011. Por otro lado, Christobal, el querido amigo chileno de Diego, que no había podido venir para Navidad, quedando varado en su auto camino al aeropuerto en una "Noche" que no fue tan "Buena". Fue una cena variadísima en texturas, colores y sabores acompañada principalmente por un pisco sour espeluznante que llenó la noche de risas y baile. La cena siguió la melodía de un concurso de músicas del mundo, en el que cada uno debía poner un tema que acompasara el ritmo del momento sin repetir el género y otros detalles, recibiendo un voto positivo o negativo por los comensales.
Un fin de año de corazones contentos, una excelente manera de dar cierre a un viaje de aventuras por un continente hasta entonces desconocido.
dios es el primer post que leo en este blog, pero me han entrado ganas de ser madre sólo con las fotos...
ResponderEliminar