De Wanaka a Mt Cook
Nuestro anhelo de ver “Mount Cook” imponente, con su pico nevado, vigilando el valle que rodea al lago “Pukaki” de un espléndido celeste intenso, no pudo ser. No porque no llegáramos hasta sus pies sino por la tormenta que lo envolvía. Lo llaman “el perforador de nubes” precisamente porque está siempre camuflado entre ellas. Tal vez solo aquel que lo escala tiene la suerte de apreciarlo de cerca, como el reconocido Sir Edmund Hillary quien se entrenó en Mount Cook para luego ser el primer hombre en escalar el Monte Everest. Una de las propuestas más tentadoras de la zona es sobrevolarlo y aterrizar sobre uno de los glaciares más importantes de NZ, el Tasman Glacier, avistando otras dos grandiosas masas de hielo. Nos acercamos tentados de vuelo, pero cada km avanzado hacia el Monte acentuaba la lluvia. Cuando llegamos al pueblito de Mount Cook, el diluvio era universal!
Lake Pukaki
De un Celeste intenso
Al día siguiente, nuestro último día de camper, rumbeamos hacia Akaroa, el destino final antes de regresar a Wellington a pasar las fiestas. Akaroa es el único asentamiento colonial francés de la isla; acunada entre montañas, conserva su estilo y tiene una playa bonita. Queda a 80km de Christchurch donde debíamos devolver la campervan y tomarnos un avión a Welli por la tarde. Como en prácticamente todos los lugares de por acá, no son más de 15 manzanas. Es muy curioso que en todo NZ sean solo 4.3 millones de habitantes, de los cuales 3.8 viven en las grandes ciudades. Fuera de ellas, son todos pueblos chicos que viven del campo y del turismo.
Kalita aparte de perseguir un grupo de patos por todo el camping, se empapó en la playa. Le está perdiendo el miedo al agua y se tira contra las olas muerta de risa. Este viaje está resultando un gran aprendizaje para ella en muchos sentidos, ha aprendido a distinguir entre el cielo y las nubes, la montaña y el agua, el césped y la tierra, los patos de los pájaros, la catarata de la lluvia… ¡divertido, educativo y ecológico sobre todo!
De un Celeste intenso
Desandamos nuestros pasos huyendo de la tormenta. Unos km más adelante almorzamos a pleno sol frente al lago Tekapo, observando a lo lejos la tempestad que ilustraba nuestro horizonte. Hicimos noche en Fairlie.
Akaroa
Juampi y Kala descendiendo al pueblito
Kalita aparte de perseguir un grupo de patos por todo el camping, se empapó en la playa. Le está perdiendo el miedo al agua y se tira contra las olas muerta de risa. Este viaje está resultando un gran aprendizaje para ella en muchos sentidos, ha aprendido a distinguir entre el cielo y las nubes, la montaña y el agua, el césped y la tierra, los patos de los pájaros, la catarata de la lluvia… ¡divertido, educativo y ecológico sobre todo!
Kala en su camita de la casilla rodante
El pueblito de Akaroa
Muelle de Akaroa
Playita de Akaroa
Como las islas están más o menos en la misma latitud que la Patagonia, en verano oscurece muy tarde, a las 10 de la noche recién se presenta el ocaso. La macana en esta cultura, que en realidad es para sacarse el sombrero considerando lo que aporta a la calidad de vida, pero descoloca un tanto al turista, es que todo cierra a las 5 de la tarde (6pm los más osados) y no hay tu tía. Si estás adentro de un negocio y se hace la hora, te cierran la persiana en la cabeza, no tienen problema. En Akaroa a la hora de la siesta hacía mucho calor, asi que recién bajamos a la playa (estábamos en la cima de una montañita) a las 17h cuando bajó un poco la intensidad del sol. No tuvimos chance de ver nada, ni comer nada, porque todo había cerrado. Parecía un pueblo abandonado.
Como las islas están más o menos en la misma latitud que la Patagonia, en verano oscurece muy tarde, a las 10 de la noche recién se presenta el ocaso. La macana en esta cultura, que en realidad es para sacarse el sombrero considerando lo que aporta a la calidad de vida, pero descoloca un tanto al turista, es que todo cierra a las 5 de la tarde (6pm los más osados) y no hay tu tía. Si estás adentro de un negocio y se hace la hora, te cierran la persiana en la cabeza, no tienen problema. En Akaroa a la hora de la siesta hacía mucho calor, asi que recién bajamos a la playa (estábamos en la cima de una montañita) a las 17h cuando bajó un poco la intensidad del sol. No tuvimos chance de ver nada, ni comer nada, porque todo había cerrado. Parecía un pueblo abandonado.
El 23 de Diciembre, manejamos hasta el aeropuerto de Christchurch donde devolvimos la querida kiwirodante y nos tomamos un avioncito de Jet Star a Wellington. Mariana, Diego y Emma nos esperaban en el aeropuerto. Nos contaron que había llovido desde que nos habíamos ido y ese era el primer día de sol. En Welli llueve mucho, hay viento casi todo el tiempo y poco sol, el clima definitivamente no es su fuerte, sin embargo y por suerte, tuvimos sol casi todos los días.
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