martes, 28 de diciembre de 2010

De Te Anau a Wanaka

Te Anau es el pueblito base desde donde se puede visitar Milford Sound, Doubtful Sound y otras cuevas de gusanos luminosos que hay por la zona. Es la puerta al Parque Nacional Fiorland y para los que viajamos en campervan es el stop obligado para abastecerse, organizar alguna excursión y emprender la aventura. También este pueblo respira la frescura de un lago adorable.


El camping que elegimos de Te Anau queda frente al lago y sondeándolo entre todos los lugares en los que hemos parado, creemos que se lleva los laureles. Es un gran parque verde con árboles grandes, espacios de sombra y unas instalaciones de lujo. Nos quedamos antes de ir a Milford Sound y a la vuelta de nuestra excursión, ambos días fueron soleados y agradables, que disfrutamos en la playa y paseando por el pueblito.



De Te Anau comenzamos el regreso con la intención de quedarnos en Glenorchy: “the gateaway to Paradise”, a 45km de Queenstown. Algunas de las caminatas propuestas desde aquí tal vez conducían al paraíso, pero no estaba en nuestros planes emprender una escalada con Kala, llovía mucho, hacía frío y el pueblito en sí no nos decía nada. Contemplamos un rato el lago bajo los árboles, pero volvimos finalmente a Queenstown. Esta vez nos quedamos en otro camping, no tan en el centro de la ciudad, y fue mucho mejor. El clima cambió rotundamente, como suele pasar en Nueva Zelanda, y disfrutamos de un día precioso.


Al día siguiente, nuestro destino fue Wanaka, conocida como la pequeña Queenstown, a unos 60km al norte de la “gran ciudad”. En el camino nos detuvimos en un pueblito minero que surgió con el auge del oro en la década de 1860: Arrowtown. Es un poblado precioso a orillas del río Arrow que conserva un estilo “lejano oeste” muy atractivo. Las construcciones son de época, recicladas en negocios de diseño, restaurantes, heladerías y hasta hay una panadería con todo lo que pidas “gluten-free”! Encantador.





A Wanaka llegamos al medio día. Acogedora y soleada, nos esperaba entre montañas bordeando un lago sureño. Recorrimos un par de Holiday Parks hasta elegir el más indicado, que resultó ser el más céntrico llamativamente, amplio y bonito, a pocas cuadras del lago. Estacionamos nuestra camper bajo un gran árbol de Walnuts; intentamos cocinar algunas al fuego, pero no resultó! Wanaka nos encantó, luego de almorzar, pasamos el día en el lago. Al volver al camping nos pusimos a saltar en una cama elástica los tres! Nos matamos de risa viéndola a Kala en su caminata lunar, cruzaba la cama de punta a punta riéndose a carcajadas. Culminamos el show haciéndola saltar con la canción del sapo pepe. Fue un parque de diversiones para ella (y para nosotros más!). Cuando nos conocimos fuimos a San Rafael (Mendoza) y en el lugar donde nos quedamos en el Río Atuel también había una cama elástica, así que para nosotros es todo un símbolo. Volvimos a jugar como niños aunque esta vez siendo 3.





A la noche estábamos disfrutando de una linda tormenta en la camper (realmente es encantador dormir escuchando la lluvia!) hasta que se empezaron a desprender walnuts del árbol y a caer sobre nuestro techo. Como el seguro protege todo menos el techo del vehículo, tuvimos que empaparnos para desenchufar todo y correrla en medio de la tormenta. Menos mal porque al otro día el lugar donde estábamos se había inundado!

martes, 21 de diciembre de 2010

Milford Sound

Finalmente llegamos a la soñada excursión de Milford Sound, promocionada como la octava maravilla del mundo, el lugar imperdible de Nueva Zelanda … y cuando la expectativa es tan grande, el desencanto por lo general viene de la mano.
“Sound” en este contexto se refiere a una formación geográfica, es como un gran cañadón entre fiordos que ingresa desde el océano. Fiorland es un parque nacional enorme renombrado en el mundo por un par de caminatas famosas que duran entre 3 y 4 días, y que los interesados reservan con meses de anticipación, especialmente en el verano. El que no consiguió lugar para caminar, anda flojo de voluntad, o tiene una niña de un año, puede hacer la excursión en barco, como lo hicimos nosotros. La excursión consiste en navegar por un lado del fiordo y volver por el otro, observando cataratas en el camino, focas, delfines que no vimos por el clima, y estas formaciones rocosas interesantes que te rodean.


Catarata en Milford Sound

El clima fue tal vez lo que empañó un poco el alma, esperábamos un sol radiante que nos dejara ver los fiordos a la distancia, o al menos un par de ellos juntos! No solo llovía, sino que las nubes parecían nacer del agua, por momentos era tal la niebla que no se veía a 10 metros de distancia.

Comienzo del Cruise

Entre tinieblas

Por lo tanto apreciábamos solo aquello a lo que nos acercábamos, después parecía un viaje fantasma. Obviamente que esto también tiene su encanto y sacamos fotos muy bellas, pero no fue nada que nos deslumbrara, un bonito lugar para conocer desde ya.

Milford con viento

Resguardados del viento
El día que llegamos a Milford también llovía y hacía mucho calor. En los momentos en que se despejaba un poco intentábamos sacar a Kala de la camper porque ya estaba como una fiera enjaulada. Sin embargo, así como poníamos pie en el suelo volvíamos a subir porque había unas mosquitas diminutas insoportables que te atacaban en malón. Al principio pensamos que eran solo mosquitas inofensivas, hasta que después de un rato de merodearte, te hincaban el diente y no te quedaba otra que empezar a los cachetazos. En cada manotón sentías que aplastabas a 50, un asco, pero no sé cómo se las ingeniaban para ser siempre un millón dándote vueltas. Alquilamos un par de juegos para ver si entreteníamos a Kala con algo, pero hacía mucho calor en la kiwirodante ya que no podíamos abrir ninguna ventana por las desdichadas mosquitas y con el aire acondicionado de la cabina a todo lo que daba no alcanzaba! En un flash de sol, nos alistamos para bajar al río a tomar unos mates. Ilusos! Mientras íbamos haciendo posta para bajar a Kala por las rocas, fue una lucha total con las malditas moscas chupa sangre.

El rio al que intentamos descender

Cuando finalmente llegamos al río el panorama era peor, Kala nos miraba con cara de asco y lloriqueando, rodeada por una nube negra que la mordisqueaba, asi que ni llegamos a bajar las cosas al suelo que salimos disparados de nuevo a la camper. Un lugar tan hermoso y que no se pueda disfrutar por unas insignificantes mosquitas es de no creer! Nos hizo acordar a los moscos de Villa Pehuenia!!!

Bello pero apestado de mosquitas
Seguramente bajo la influencia de otras condiciones atmosféricas y con un buen repelente anti-mosquitas incisivas, la impresión hubiera sido distinta. Como dice el maestro Ganesha: “todo depende”. Pero esto fue lo que nos tocó experimentar, tal vez para recordarnos que las grandes expectativas te alejan de la realidad; mejor conservar “a low profile expectation” y sorprenderte gratamente cuando el universo conspira a tu favor.
Deshielos rocosos camino a Milford


Duendes del bosque
Observando la naturaleza

sábado, 18 de diciembre de 2010

Lake Tekapo a Queenstown

Nos tomamos un bus de Nelson a Christchurch haciendo combinación en Belheim a las 2 horas. La idea era hacer combinación con el tren de Belheim a Christchurch pero había que esperar 3h y eso nos hizo desistir. En total viajamos unas 7 horas con un intermedio para almorzar en Kaikoura. La gordita se portó de maravilla por suerte, pero llegamos agotados!
La nueva campervan la fuimos a buscar al día siguiente los tres y fue mucho más fácil. No tenían el modelo reservado, pero nos ofrecieron un “upgrade” al precio de la que habíamos pagado. Negociamos un poco más y nos conseguimos un descuento ya que la que habíamos pedido era diesel y la que nos tocaba era a nafta. El modelo es más moderno y con caja automática. Tiene un andar mucho más suave que la otra, y varios detalles que la hacen más cómoda: por ejemplo una cama arriba donde tratamos de que Kala duerma, la convencemos diciéndole que duerme con la luna (hay una lámpara blanca y redonda en el techo que acostada llega a tocarla). Lo único es que cada vez que se despierta, ella se sienta generalmente en su cuna, y acá se choca la cabeza con el techo. Cuando escuchamos el golpe, antes de que llore, la bajamos a nuestra cama y completa su última hora de “noni” con nosotros.


El Chofer


Salimos hacia el sur con algunos puntos marcados en el mapa pero sin un itinerario muy claro. Manejamos unas 3 horas por paisajes muy bellos, hasta que el horario y las ganas de descanso hicieron que paráramos en Lake Tekapo. No teníamos grandes expectativas del lugar, pensábamos solamente hacer noche para seguir al otro día. Atravesamos el pueblo de no más de ocho manzanas hasta llegar al camping. Un lago turquesa majestuoso descansaba entre montañas de picos nevados y bosques de pinos gigantes que susurraban complacidos. Fue amor a primera vista.






Dejamos el kiwirodante bajo un árbol y nos fuimos a caminar por la playa. Sin decirnos nada sabíamos que estábamos en uno de esos lugares mágicos que te regalan los viajes y a los que hay que dedicarles un par de días. ¡Cuánta belleza para descansar el espíritu y regocijar la mirada!! Nos quedamos un día más deleitándonos en distintos rinconcitos frente al lago, jugando con Kala.

Arcoiris sobre Tekapo


Las de Roca


Nuestra hija está plenamente feliz y eso nos hace disfrutar del viaje el doble. Está en pleno descubrimiento del mundo y se entretiene con todo lo que se le cruza en el camino, lo que por momentos implica una energía avasallante que hay que perseguir por todos lados para que no se meta en problemas.


Breve historia de Kala y el tractor:
El primer día descubrimos un tractor abandonado en las afueras del camping. A Kalita le encantó y estuvo largo rato jugando con el volante y las palancas. Al otro día, en una distracción nuestra, decidió salir a caminar solita. Cuando nos dimos cuenta ya estaba a 100 metros y la empezamos a seguir a ver a dónde iba. Sin siquiera darse vuelta para ver si estábamos cerca, fue siguiendo el camino hasta el tractor que quedaba a unos 500 metros. Cuando estaba por llegar, se dio vuelta con una gran sonrisa en la cara para confirmar si había alguien para subirla. ¿Cómo se puede ser tan decidido y orientado a los 19 meses de vida?



De Lake Tekapo seguimos viaje hacia Queenstown, bien al sur. La ciudad es hermosa, sobre las laderas de las montañas que recorren las orillas de un lago bellísimo. Con un estilo barilochense, un par de playitas, un mirador en lo alto de una montaña al que se llega por teleférico y desde donde se practica parapente y bungy, centro de ski en invierno, a Queenstown la envuelve una energía más relajada y de gente de vacaciones. Es lejos la ciudad que más nos ha gustado de las cuatro más importantes: Auckland, Wellington, Christchurch y Queenstown.

Queens

The Gondola


Queenstown

Fotos de Nelson a Christchurch



















































miércoles, 15 de diciembre de 2010

Nelson

En Wellington nos tomamos el “Interislander” para cruzar por mar hacia la isla del sur, un Ferry enorme de 10 pisos que une las 2 islas en 3 horas de viaje. Tuvimos una media hora de ondulaciones acentuadas en el medio del viaje, en la que hubo que turnarse para corretear a Kala por todo el barco; a ella le divertía el vaivén del piso mientras a nosotros nos dio algún que otro mareo. El Ferry nos dejó en Picton desde donde tomamos un bus interurbano hacia Nelson, 2 horitas y media más de viaje que fueron difíciles hasta que Kala se durmió. Recorrimos paisajes montañosos por rutas zigzagueantes hasta llegar a destino. Los paisajes son todos bellísimos en Nueva Zelanda, no tiene desperdicio este país!
Nelson es un pueblo con onda. La gente te sonríe y es amable todo el tiempo, indefectiblemente a los lugares los hace su gente. Está rodeado de montañas, todo el pueblo y sus alrededores ostentan una vegetación increíble entre alpina y tropical, las calles principales tienen negocios atractivos, hay opciones culinarias para todos los gustos, se consiguen vinos muy buenos por estar en las cercanías de Marlborough Sound, una de las zonas más importantes de viñedos en el país, y estás a 5 minutos de playas bellísimas. El plus de Nelson es que tiene un microclima que te permite vivir todo el año a temperaturas agradables. Esta combinación de encantos ha atraído a muchos artistas y artesanos a la zona, hay obras de arte en vidrio soplado que son una maravilla, está la joyería que diseñó los anillos del “Señor de los Anillos” y los trabajos en cerámica tomaron protagonismo por la abundancia de arcilla en la zona. Algunos dirán que en Nelson no hay nada para hacer, pero si uno tiene un alma artista percibe ese gusto por la creatividad que perfuma el aire y no puede resistirse a su encanto. Lo que era un paso de un día terminó siendo un remanso de tres.
Cerca de Nelson está el Parque Nacional Abel Tasman, con playas doradas que abrazan un mar sosegado. Hay muchas caminatas propuestas por el parque, lo que resultaba difícil con Kala, asi que nuestra opción elegida fue ir a pasar el día a la soñada playita de Kaiteriteri, la que describen como “la mejor de NZ”. Nos gustó mucho, es una preciosa bahía desde donde salen todas las excursiones hacia los distintos puntos del Abel Tasman, pero Hahei en Coromandel no tiene nada que envidiarle.
En Kaiteriteri hay una sucesión de pequeñas bahías formadas por morros que llegan al mar, costeados por rocas que enmarcan el océano. Elegimos una de esas bahías que fue solo nuestra por algunas horas y juntamos caracoles hasta que el sol nos permitió.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Ahora si !!!!!!

Cambiamos la configuración y todos pueden hacer comentarios!!!

Disculpe las molestias ocasionadas
Ups!

No more excuses!

Kiwirodante

Fotitos nuevas

Destino: isla del sur

Interislander



Nuestro Kiwi





Huka falls







Huka Huka









Volcán Tongariro











De Taupo a Welli

De Rotorua fuimos a las Waitomo Caves y luego de la excursión a las cuevas, nos tomó 2 horas y pico viajar de Waitomo a Taupo. Decidimos hacer todo el tour el mismo día para acercarnos a Wellington lo más posible, donde teníamos que devolver la campervan al día siguiente.
Taupo es una ciudad bonita a la vera del lago más grande de Nueva Zelanda, famoso por sus truchas y donde se practican diversos deportes acuáticos. Antes de llegar a la ciudad, almorzamos unos magníficos “prawns” (langostinos) en el turístico “Prawn Park”. Aquí ofrecen todo tipo de platos con langostinos criados en piletas especiales que mantienen a 28° con la ayuda de las aguas termales de la zona. Es un tipo de langostino particular traído de Malasia, grandes y carnosos! Además de un restaurant precioso con un gran deck sobre el río y con platos exquisitos, podés probar tu suerte en el golf para ganar algunos miles de dólares kiwis haciendo “un hoyo en 1” desde una plataforma elevada hacia varios hoyos acuáticos posicionados entre las piletas de prawns. No sé qué onda los langostinos con los pelotazos, pero ustedes creían que estaba todo inventado, no?
Muy cerca de ahí se puede apreciar la llamativa Huka Fall. Esta catarata no impresiona por su altura sino por la potencia y caudal que logra al estar encajonada entre paredes de rocas; aunque lo más bello de observar es el color glaciar de sus aguas.
En la ciudad de Taupo descansamos un rato, con la grata compañía de unos mates, frente al lago, enseñándole a Kala a tirar piedritas al río. Pero había mucho viento, así que volvimos a la ruta para conducir un par de horas más hacia el sur. Hicimos noche en un caserío llamado Taihape, a 3 horas de Wellington. Un día de mucho andar!
Kalita se porta de maravilla: va mirando el paisaje, descubriendo ovejas y vacas por el camino, jugando con nosotros a “¿cómo hace ….?” (los puntos suspensivos se rellenan con toooodo lo que conoce en su mundo de niña, desde un vasto espectro de animales a lo que se nos ocurra que haga sonido (el corazón, la campana, el tren, el bebé, la catarata, el viento… la lista es variada!). Así la divertimos y la distraemos de los momentos de crisis en los que le agarra el “frenesí de la sillita” y ya no quiere saber nada con estar atada al “tutu”. Igual son pocas las veces, sobre todo cuando nosotros nos pasamos de rosca con los recorridos y los tiempos. ¡ Un llamado de atención necesario! Este viaje es también un aprendizaje de cómo viajar en familia, los tiempos cambian, las prioridades se ajustan, los paseos no son generalmente los de los folletos, pero cada segundo tiene otro sentido más profundo.
En “Welli” nos esperaba Mariana con una ricas costillitas de cerdo. Ellos viven en Lower Hutt, un barrio muy bonito de todas casas bajas y algunos centros de compras en las afueras de la ciudad. Aprovechamos a dejar en condiciones la camper y organizar nuestras cosas en la “guest room”. Después del almuerzo, Mariana y Emma nos acompañaron a hacer los trámites de devolución de la camper y de ahí, nos fuimos de paseo al centro. Pasamos a buscar a Diego por el Dominion Post, el diario para el que trabaja, y volvimos a la casa a charlotear y preparar la cena. Al día siguiente, el clima no alentaba demasiado actividades al aire libre, así que Diego nos dejó en el centro rumbo a su trabajo y nos quedamos visitando Te Papa, un museo enorme muy interesante sobre aspectos de Nueva Zelanda, desde arte Maorí, pasando por la historia sísmica del mundo y cómo llegó a afectar a este país, hasta juegos interactivos para nenes enseñándoles sobre la importancia del reciclaje (y muchas cosas más que quedarán para nuestro regreso). En la zona de niños fue donde más disfrutó Kala obviamente, podía tocar cuanta pantalla de computadora se le cruzara en el camino (eran touch screens), y jugó con una nena japonesa, una francesa y otra maorí adentro de un corazón de ballena a escala real. Una mezcla de lenguas que para los niños no es una barrera. Hablando de lenguas, Kala aprendió a decir “bye -bye”, ahora estamos trabajando en el “hello”.
En Wellington en realidad estuvimos solo un par de días porque vamos a volver para las fiestas y ahí quedarnos unos 10 días más. Lo más importante era poder estar un rato con Mariana y Diego y disfrutar a esa beba hermosa que tienen.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Fotos de Rotorua a Waitomo

Saliendo de Waitomo Caves
Hooooooooot !!!
Formaciones volcánicas de Te Puia

Cocinate algo!

Agua hirviendo

Parque Volcánico Te Puia

Kiwi Rodante

Rotorua y Waitomo




Emma es una bebita hermosa de apenas 2 meses, de ojos celestes, con manitos de pianista y piecitos diminutos. Qué felicidad enorme fue finalmente conocerla! Tanto amor, tanta dicha poder tenerla en brazos y llenarla de besos. Kala sobretodo no para de agarrarla y besarla. Es la hija de mi hermana, Mariana, y Diego, su esposo, que viven acá en NZ hace 7 años. Nos encontramos con ellos en Rotorua para pasar un par de días juntos.
Estar viajando en familia es sentirse un poco en casa, pero con paisaje distinto. Tanto extrañarse y finalmente estamos dando vueltas juntos por la ciudad termal de Rotorua. Ellos obviamente nos hacen de guía y nos llevan a piletas termales en medio de bosques y a lagunas de lodo hirviendo (a estas solo las contemplamos, no se asusten).
Rotorua, ocupando el centro de la isla norte, está situada sobre una franja volcánica activa que se extiende por 200km desde la Bahía de Plenty hasta el Parque Nacional Tongariro con sus 3 volcanes estrellas. Representa hoy un paraíso termal rodeado de bosques, a orillas de un lago cristalino, donde también se aprecia la actividad volcánica en forma de géiseres y áreas de lodo burbujeante. Por otro lado, es la gloria de los aventureros, donde se concentran todos los deportes de alto riesgo que se puedan imaginar.
La cultura maorí pisa fuerte en esta región de Nueva Zelanda, 35% de la población es de origen Maorí, hay aldeas donde se puede entrar en contacto con sus tradiciones, se ofrecen espectáculos de sus danzas y comidas típicas.
Pero la frutilla del postre de este pintoresco poblado es el aroma inolvidable que lo impregna: el azufre!! Para aquellos que nunca hayan tenido la experiencia directa de este mineral amarillento, huele a huevo podrido.
Pasamos dos días divertidos con la familia de Mariana y sus amigos Cristóbal y Francisca, dos chilenos encantadores que tenían planeado encontrarse con los chicos y que por esas cosas de la vida, ya nos los había presentado el destino. Diego es amigo de Cris desde que llegó a Nueva Zelanda y le había comentado que estábamos de viaje por estos pagos. Un medio día en Hahei, paró una camioneta al lado de nuestra camper y un chico sacó la cabeza por la ventanilla diciendo: Hi guys, son de Argentina? Y mirándolo a Juan Pablo le preguntó directamente, vos sos el hermano de Mariana? Nos quedamos boquiabiertos y así conocimos a Cris, a quien teníamos por nombre porque va a viajar a Wellington para pasar la Navidad con todos nosotros. El mundo es un pañuelo!
De Rotorua partimos hacia las famosas Waitomo Caves, hacia el oeste. “Waitomo” significa en Maorí: agua que ingresa a un agujero en la tierra. Waitomo es el hogar de un mundo subterráneo imponente, que despliega laberintos de cuevas y formaciones de piedra caliza, coronando la experiencia con la contemplación de los cautivantes gusanos de luz. En los techos de estas cuevas, cerca del agua que les trae su alimento, estos gusanos instalan sus nidos desde donde tiran líneas pegajosas de unos 20 cm. La función de las líneas es atrapar insectos que luego suben por los mismos hilos para devorárselos. Para atraerlos hasta las líneas es que proyectan su luz. Al final del laberinto de fascinantes decoraciones de piedra caliza, nos subieron a un bote para transitar en completa oscuridad y absoluto silencio el río subterráneo que aquella primera vez condujo a los exploradores hasta el vientre de estas cavernas. Sigilosamente fuimos avanzando por las aguas negras observando sobre nuestras cabezas lo que se asemejaba a un sublime manto de estrellas: los millones de gusanos de luz. El eco en estas cuevas es tremendo, por eso nos habían pedido silencio. Kala al ver todas esas “estrellas” empezó a exclamar con su vozarrón característico: “Luna? Tatá Luna!” Y así su vocecita resonaba por el interior de la tierra preguntando dónde estaba la Luna que no se veía. Nos hizo matar de la risa con su espontaneidad.