jueves, 9 de diciembre de 2010

Rotorua y Waitomo




Emma es una bebita hermosa de apenas 2 meses, de ojos celestes, con manitos de pianista y piecitos diminutos. Qué felicidad enorme fue finalmente conocerla! Tanto amor, tanta dicha poder tenerla en brazos y llenarla de besos. Kala sobretodo no para de agarrarla y besarla. Es la hija de mi hermana, Mariana, y Diego, su esposo, que viven acá en NZ hace 7 años. Nos encontramos con ellos en Rotorua para pasar un par de días juntos.
Estar viajando en familia es sentirse un poco en casa, pero con paisaje distinto. Tanto extrañarse y finalmente estamos dando vueltas juntos por la ciudad termal de Rotorua. Ellos obviamente nos hacen de guía y nos llevan a piletas termales en medio de bosques y a lagunas de lodo hirviendo (a estas solo las contemplamos, no se asusten).
Rotorua, ocupando el centro de la isla norte, está situada sobre una franja volcánica activa que se extiende por 200km desde la Bahía de Plenty hasta el Parque Nacional Tongariro con sus 3 volcanes estrellas. Representa hoy un paraíso termal rodeado de bosques, a orillas de un lago cristalino, donde también se aprecia la actividad volcánica en forma de géiseres y áreas de lodo burbujeante. Por otro lado, es la gloria de los aventureros, donde se concentran todos los deportes de alto riesgo que se puedan imaginar.
La cultura maorí pisa fuerte en esta región de Nueva Zelanda, 35% de la población es de origen Maorí, hay aldeas donde se puede entrar en contacto con sus tradiciones, se ofrecen espectáculos de sus danzas y comidas típicas.
Pero la frutilla del postre de este pintoresco poblado es el aroma inolvidable que lo impregna: el azufre!! Para aquellos que nunca hayan tenido la experiencia directa de este mineral amarillento, huele a huevo podrido.
Pasamos dos días divertidos con la familia de Mariana y sus amigos Cristóbal y Francisca, dos chilenos encantadores que tenían planeado encontrarse con los chicos y que por esas cosas de la vida, ya nos los había presentado el destino. Diego es amigo de Cris desde que llegó a Nueva Zelanda y le había comentado que estábamos de viaje por estos pagos. Un medio día en Hahei, paró una camioneta al lado de nuestra camper y un chico sacó la cabeza por la ventanilla diciendo: Hi guys, son de Argentina? Y mirándolo a Juan Pablo le preguntó directamente, vos sos el hermano de Mariana? Nos quedamos boquiabiertos y así conocimos a Cris, a quien teníamos por nombre porque va a viajar a Wellington para pasar la Navidad con todos nosotros. El mundo es un pañuelo!
De Rotorua partimos hacia las famosas Waitomo Caves, hacia el oeste. “Waitomo” significa en Maorí: agua que ingresa a un agujero en la tierra. Waitomo es el hogar de un mundo subterráneo imponente, que despliega laberintos de cuevas y formaciones de piedra caliza, coronando la experiencia con la contemplación de los cautivantes gusanos de luz. En los techos de estas cuevas, cerca del agua que les trae su alimento, estos gusanos instalan sus nidos desde donde tiran líneas pegajosas de unos 20 cm. La función de las líneas es atrapar insectos que luego suben por los mismos hilos para devorárselos. Para atraerlos hasta las líneas es que proyectan su luz. Al final del laberinto de fascinantes decoraciones de piedra caliza, nos subieron a un bote para transitar en completa oscuridad y absoluto silencio el río subterráneo que aquella primera vez condujo a los exploradores hasta el vientre de estas cavernas. Sigilosamente fuimos avanzando por las aguas negras observando sobre nuestras cabezas lo que se asemejaba a un sublime manto de estrellas: los millones de gusanos de luz. El eco en estas cuevas es tremendo, por eso nos habían pedido silencio. Kala al ver todas esas “estrellas” empezó a exclamar con su vozarrón característico: “Luna? Tatá Luna!” Y así su vocecita resonaba por el interior de la tierra preguntando dónde estaba la Luna que no se veía. Nos hizo matar de la risa con su espontaneidad.

1 comentario:

  1. Qué lindoooo...estoy ahí con ustedes a través de sus relatos. Los quieroooooo!

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